En la región de Antofagasta, los primeros pobladores debieron ser pequeñas bandas de recolectores y pescadores dependientes de los pobres manantiales de algunas caletas. De ellos descendieron los changos, quienes se encontraron con los españoles en el año 1536 cuando aparecieron por el sur en su camino de vuelta al Perú, después de abandonar la conquista de Chile junto a Diego de Almagro.
Cuatro años más tarde, en sentido contrario y decididos a colonizar la tierra chilena, pasaron por estas tierras los hombres de Pedro de Valdivia. Desde entonces el “despoblado” de Atacama se convirtió en un camino de comunicación hacia el Perú. Era un tráfico de paso que no dejaba indicios locales de prosperidad, hasta que a mediados del siglo XIX, cuando los países americanos avanzaban hacia su vida republicana, se produjo la gran transformación.
En la historia de la ciudad de Antofagasta hay tres fechas importantes que corresponden a diferentes acontecimientos: 1866 inicio del poblamiento; 1868, fundación oficial; 1879, la ciudad pasó al patrimonio nacional con el desembarco de tropas chilenas.
Hacia mitad del siglo XIX, el guano y el salitre incentivaron la llegada de exploradores, que instalaron en Cobija su centro de operación. El descubrimiento de covaderas en Mejillones acercó a los exploradores hacia los terrenos de la futura ciudad.
El primer poblador de Antofagasta fue Juan López, quien en el mes de noviembre de 1866 instaló el primer núcleo familiar junto a su esposa, hija e hijastro, más el pequeño grupo de trabajadores traído para laborar en el cobre.
Otro personaje importante que impulsó el poblamiento fue José Santos Ossa, quién en una expedición emprendida a fines de 1866 por el Desierto de Atacama, acompañado de su hijo y otros colaboradores, se extravío y después el grupo se reencontró en Peña Blanca (nombre primitivo de la ciudad). Desde allí inició una expedición en el Salar del Carmen en busca de caliche que resultó exitosa.
En el año 1868, el presidente boliviano Mariano Melgarejo, decidió fundar oficialmente el poblado de La Chimba. El documento, fechado el 22 de octubre, no usó ese nombre ni el de Peña Blanca, sino que le dio el nombre de “Antofagasta” en homenaje a los terrenos que su hijo poseía en la región de Antofagasta de la Sierra.
En 1870 el mineral de Caracoles produjo la explosión demográfica de la ciudad. Llegaron miles de chilenos y extranjeros atraídos por el brillo de la plata. Esto derivó en que en menos de un año, el centenar de habitantes que aquí residían subió a más de tres mil y a seis mil a fines de ese año.
La plata de Caracoles y el salitre del Salar del Carmen produjeron que el Antofagasta de 1872 creciera con rapidez y desorden, el caos imperaba en la mayoría de los sectores. En la bahía llegaban ingleses, alemanes, franceses, chinos, portugueses y chilenos provenientes de Copiapó, La Serena y Santiago. Se hacía necesaria la organización de un cuerpo de ciudadanos investidos con la suficiente autoridad legal para administrar y defender los bienes de la ciudad.
En este contexto, el 25 de enero de 1872 una multitud se reunió en torno a la invitación del subprefecto del Departamento de Cobija, Manuel Bruitrago, nombrado un Cuerpo de Agentes Municipales de nueve miembros: los extranjeros Eduardo Foster, Luis Lichtenstein y Ernesto Wolckmar; y los chilenos Francisco Errázuriz, Felix García, Emeterio Moreno, Salvador Reyes, Matías Rojas y Juan Vargas.
La primera sesión oficial del Cuerpo de Agentes Municipales se realizó el 27 de enero de 1872, en donde se eligió como presidente a Felix García Videla y se trataron temas como regular el funcionamiento de los establecimientos de diversiones públicas, establecer valores a cancelar por los arriendos a particulares de terrenos fiscales y se fijó un peaje por cada carreta que circulase por el camino al mineral de plata de Caracoles.
Este cuerpo colegiado duró un año en sus funciones, pasando a denominarse más adelante como Junta Municipal de Antofagasta, denominación que se mantuvo hasta que el territorio pasó a la administración chilena en 1879.
*La reseña histórica aquí señalada ha sido recopilada en base a la información descrita en los siguientes textos:
Antofagasta, historia de mi ciudad. Juan Luis Panadés Vargas y José Antonio González Pizarro. Corporación Pro Antofagasta. Abril 1998.
Episodios de la vida regional. Juan Floreal Recabarren Rojas. Corporación Pro Antofagasta. Universidad de Católica del Norte. Diciembre 2002.
Narraciones históricas de Antofagasta. Isaac Arce. Primera edición 1930. Segunda edición 1997.
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